Alba y Emanuele reivindican más inversión en ayuda humanitaria en el Día del Cooperante
Hoy se celebra el Día Mundial del Cooperante. En España más de 2.000 profesionales trabajan en las zonas del mundo menos favorecidas para hacer un mundo más digno y más humano. La cooperación contribuye, pero no soluciona por sí sola, como señala la Coordinadora de ONGs para el Desarrollo (ONGD), ya que la desigualdad estructural necesita de políticas transversales, compromisos universales y cumplimento de los objetivos de desarrollo del milenio, entre otros retos. Pero no por ello debemos cejar en alzar la voz para lamentar que las políticas de la cooperación española se encuentren en mínimos históricos. En datos podemos señalar que la cooperación española tan solo alcanza un 0,21% de la Renta Nacional Bruta (RNB), un porcentaje que no se corresponde con el peso que el país pretende tener a nivel mundial.
La Plataforma del Tercer Sector ha querido unirse al llamamiento en este día y recalcar el papel que tienen las ONG en la cooperación. Alba Cuadra y Emanuele Lini son dos de los más de 2.000 cooperantes que trabajan para el desarrollo en el exterior, según datos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo. En este día del Cooperante recogemos su testimonio y sus reivindicaciones que, precisamente, pasan por pedir a los gobiernos que inviertan más en acción humanitaria y en la cooperación al desarrollo. “Tener una cooperación de calidad y menos asistencialista es la clave”, han afirmado.
Alba Cuadra es una joven de 32 años nacida en Madrid que actualmente trabaja en Filipinas. Todo empezó hace siete años cuando viajó a Bali para trabajar como fotógrafa. Acababa de licenciarse y todavía no tenía muy claro hacia donde quería enfocar su carrera. Eso sí, sabía que quería conocer mundo.
Según cuenta, nada más aterrizar en la isla, se enamoró del lugar y su gente, pero le horrorizó el turismo y la huella que dejaba en cada rincón. “El turismo, en su mayoría occidental, arrasaba la vida de las personas locales, Bali estaba completamente volcado al servicio de los deseos occidentales. El impacto que esto tenía en la vida de las personas y el medio ambiente me indignó”, narra la cooperante.
Esto cambió su vida y cuando volvió a Madrid decidió estudiar un máster de Cooperación y Derechos Humanos y decidió empezar a cambiar el mundo. “No cambio ni un segundo de lo vivido. Trabajar como cooperante me ha permitido conocer a personas maravillosas y bien luchadoras, además de lugares increíbles. He aprendido muchísimo de mis compañeras y compañeros de trabajo, así como de las comunidades”, explica Alba.
Privilegiada en un mundo desigual
Con respecto a ser cooperante, la madrileña asegura que es un desafío constante. “Pones en perspectiva muchas cosas, sueltas necesidades materiales auto creadas, asumes que puedes pasarte un día o dos sin electricidad, sin conexión a internet, a vivir sin agua caliente, incluso sin agua corriente. Y aun sacrificando todas esas comodidades, sabes que eres una privilegiada viviendo en un mundo muy desigual, porque presencias a diario situaciones de verdadera supervivencia y resiliencia, te enfrentas a diario con historias de vida muy duras”, cuenta.
Alba trabaja con la Fundación Religiosos para la Salud en Filipinas, concretamente en la región de Bicol. Actualmente están en Camarines Sur desarrollando un proyecto sobre gobernanza democrática, reducción de riesgos de desastres, medios de vida y agua y saneamiento para mejorar la resiliciencia de las comunidades ante desastres naturales y su participación política en los planes de desarrollo locales.
Cuadra asegura que para ser cooperante hay que “revisar constantemente nuestros privilegios occidentales, eurocéntricos” y ha animado a la sociedad a sumarse a la causa “siempre y cuando revisemos nuestros privilegios para evitar que nuestra presencia en terreno pueda contribuir a la colonización del pensamiento de las comunidades locales”.
Además, insiste en que “no es necesario trabajar en el Sur Global para trabajar por los Derechos Humanos de todas las persona. Es clave que en el Norte empecemos a tomar conciencia de la realidad mundial, de las consecuencias que tiene nuestro sistema económico, nuestro ritmo de vida y consumo”.
Emanuele Lini, 15 años dedicado a la cooperación
Nacido en Bolonia (Italia) hace 40 años, Emanuele Lini es otro de estos héroes anónimos que decidió convertirse en cooperante cuando tenía 24. Tenía la necesidad de aportar su grano de arena y revertir las desigualdades entre el norte y el sur del planeta, además le encantaba la idea de conocer mundo y nuevas culturas.
Actualmente Emanuele trabaja con la ONG Médicos del Mundo en Mozambique. Están desarrollando un proyecto de prevención y lucha contra la violencia de género en el distrito de Matola (provincia de Maputo), y próximamente emprenderán uno nuevo para intentar paliar la mala nutrición en la provincia de Cabo Delgado.
Además de trabajar para esta organización, en la que se encarga de coordinar la delegación de Mozambique y tomar decisiones estratégicas con el departamento de África en Madrid, Lini también ha dejado su huella en Oxfam Intermón, Arquitectura sin Fronteras y Muduba, entre otras organizaciones.
Según cuenta, en estos 15 años dedicado a la cooperación, ha trabajado con gente muy humana y muy profesional que le ha enseñado mucho. “En general, he aprendido de cada lugar en el que he vivido y continúo aprendiendo, pues al trabajar con culturas diferentes te enfrentas a un reto constante”.
Emanuele y Alba son las voces que hoy nos han trasmitido un pequeño relato de su trabajo en la cooperación internacional. Desde la Plataforma queremos agradecer a todos y todas las cooperantes que con su labor constante dignifican las vidas de las personas menos favorecidas. Apostar por la efectividad de los derechos humanos no es un anhelo, es una aspiración real proclamada en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.